Sobre la base de una conocida leyenda urbana y siguiendo la propuesta formulada por ‘El Tintero de Oro’, este es mi microrrelato sobre leyendas urbanas.

Todos me decían que sería el mejor día de mi vida.

Era una tarde gris de invierno, con niebla espesa. Me dirigía al lugar de la celebración, con la antelación suficiente, pero el coche se detuvo inesperadamente y nos dejó tirados en la carretera. Mi chófer fue a buscar ayuda, caminando al pueblo más cercano y yo me quedé sola, esperando en el arcén, por si algún vehículo me recogía. Intenté parar a los pocos coches que circulaban a esas horas pero, cuando me veían, ninguno se detenía.

Tan sólo era una mujer sola, vestida de blanco y comenzaba a anochecer.

Había transcurrido más de media hora, y mi pelo estaba húmedo y deshecho por el agua de la niebla, mi vestido blanco empezaba a estar negro por el roce con el asfalto mojado y mi maquillaje se fundió con el rimmel negro de mis pestañas. Seguro que mi aspecto era desolador. ¡Pobre de mí!

Escuché que un coche se aproximaba, alcé la mano, vi como un vehículo hacía maniobra para detenerse. Frenó. Me dirigí a abrir la puerta del copiloto, pero al mirarme, el conductor me observó con cara de terror y escuché cómo, de súbito, echó el seguro centralizado de puertas y no pude abrirla. Arrancó y desapareció entre la niebla. Otro coche más que no quiso recogerme y ya iban tres.

No llegué a tiempo a mi boda.

La niebla se disipaba y yo me fui con ella.


LA BLANCA NIEBLA
(c)
Mayte López


Relatos colección I
(c)
Mayte López

Existe una leyenda urbana, en la que una mujer vestida de blanco aparece durante un breve período de tiempo en alguna zona rural. Su historia suele estar relacionada con alguna tragedia de carácter local. Son mujeres que han perdido a hijos, maridos o han sido víctimas de una traición y su espíritu vaga sin descanso clamando venganza.

En el medievo, cuando esta fantasmagórica figura aparecía significaba que alguien cercano, de la familia o del vecindario, iba a morir. En la tradición inglesa, la Dama de Blanco custodiaba un tesoro, pero murió repentinamente, antes de que pudiera revelarle a nadie dónde se hallaba escondido. Cuentan que en el siglo XIX la dama blanca se apareció hasta tres veces al hijo de los dueños del castillo de Blenkinsopp en Northumbria, pero es cierto que en esa parte de Inglaterra todos los castillos tienen sus leyendas de fantasmas. La dama Blanca en Gales también guarda un tesoro. Cuando un hombre tuvo el valor de acercarse a ella, le recompensó con la mitad. En su avaricia, él se lo llevó todo, pero la Dama de Blanco reaccionó, y con sus poderes sobrenaturales, mató al codicioso abusón.