Paseaban juntos de la mano…

—Qué buena mañana hace hoy —le decía su mujer.

—Ya lo creo, así es—le contestaba él.

—Esta luz me recuerda los meses primaverales, esos días en los que paseábamos por la montaña; aún recuerdo el canto melodioso de los jilgueros.

—Sí, cómo olvidarlo. Aunque, la verdad, aquí tampoco se está tan mal—replicaba él.

—No, la verdad que no. Aunque los echamos mucho de menos. Sólo espero que no se hayan olvidado de nosotros en un día tan especial como hoy. Hace ya tanto tiempo…

Mientras tanto, en la casa de la montaña…

—¿Recuerdas lo bien que lo pasábamos juntos? esas fiestas que mamá nos preparaba y cómo papá gastaba sus bromas que tanto nos hacían reír—le decía mirando a su hermana.

—¡Cómo olvidarlo! Es uno de los mejores recuerdos de mi vida.

—Lo felices que se les veía juntos…—mencionaba él.

—¡Cómo se les echa en falta!…¡Feliz aniversario de boda, papás!—pronunció ella, dirigiendo su mirada hacia un cielo repleto de nubes blancas.

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 “Los que son amados no pueden morir, porque amor significa inmortalidad”

Emily Dickinson